sábado, 21 de agosto de 2010

LIMA TIPICA Y ATIPICA











Lima, ciudad que provoca inspiración para una gama de expresiones artísticas, una ciudad que desarrolla múltiples personalidades, un lugar que alberga especies humanas, quizás “aliens”, personajes originales y claro, el famoso público en general, todo tan natural dentro de unos cuantos metros cuadrados. Este papel tan importante que juega un espacio habitado como la capital es tomado por José Carlos Vargas, artista que proviene de una escuela de Bellas Artes ubicada en el corazón vivo de Lima histórica y central el cual siempre es campo de acción y de ideas para artistas en constante aprendizaje. Quién sabe si por esta fauna, nuestra capital sea un territorio en conflicto teniendo como base bélica las personalidades, deseos, ocupaciones y preocupaciones tan individuales pero que en principio tienen su inicio en acontecimientos colectivos.
Pero fuera del tema pintoresco, retratar Lima siempre fue una ciencia de estampas costumbristas, paisajes y momentos fugaces que afirman a este territorio diferenciándolo de otras comunidades, creando una historia que siempre fue bien recibida por la gente, ejemplo claro fue un excelente representante del dibujo y la acuarela como Pancho Fierro, quien gracias a él podemos reforzar nuestra tradición local relacionando sus trabajos con las famosas crónicas literarias, tradiciones y todo lo escrito en aquellos tiempos. José Carlos Vargas tiene en mente todo lineamiento tradicional desde que conoció su entorno urbano, como varios de su mismo contexto y como muchos personajes desconocidos con quien se ha topado en su camino.
LIMA DE JOSE CARLOS
José Carlos Vargas nace en Lima de los años setenta dentro de un panorama de gobierno militar el cual de niño se siente casi nada, mientras el estado bajo radicales modificaciones rige los cimientos sociales de las presentes problemáticas de nuestro país, recordando el refuerzo involuntario de las migraciones del campo a la ciudad llena de esperanzas, acción que fortaleciera uno de las ángulos cruciales del trabajo de este artista presentando a ese mutable mundo de lo popular regional en la capital. La década de los ochentas y noventas, apresurando el paso desde el punto de vista tan rápido como es la niñez y adolescencia, enfrentando nuevos problemas coyunturales en el que las crisis estatales se veían paralelamente en crecimiento junto con las nuevas propuestas de la sub culturas limeñas, aparece con gran poder zonal junto con el rock extranjero, nacional entre otros: la música chicha, mezcla musical entre el huayno y el rock que tuvo inicios en la década anterior (y demás variantes siguientes como la technocumbia con auge en los noventa y los grupos cumbiamberos conformados por estilizados jóvenes en la actualidad) con sus relampagueantes destellos de color y notas musicales, mencionando Destellos como nombre de los primeros exponentes de este estilo musical que daría inicio a una sólido perfil citadina. En los noventas también aparece cual plaga motorizada un malestar del tránsito en Lima, las famosas “combis” quienes modifican costumbres tanto peatonales como vehiculares dándole a Lima el toque final como centro caótico unido por distritos que se inician como fuerzas periféricas bajo el nombre de “conos” y que ahora debido a su incansable desarrollo independiente son parte de la nueva Lima, cada vez más grande e incontrolable.
Por lo tanto entre combis, taxis, mototaxis; compartimentos apretados que se vuelven escenarios albergando sospechosos personajes irónicos, de fisonomías sicológicas o los cuales quizás agravan su situación por estar enfrascados en un espacio tan intranquilo como lo es la misma ciudad, José Carlos Vargas transita como un observador, desplazando sus necesidades vitales y mundanas por el simple hecho de buscar un retrato de este lugar tan paradigmático. Dentro de la creación no se puede desechar de los recuerdos que uno tiene frente a la calle, el verdadero teatro donde el final de uno puede ser tan crítico como novelesco.
Pues en sus esculturas podemos ver que hay un esmero artesanal, tal cual lejana esencia de los migrantes en la capital, el uso de destellos amarillos, rojos, tonos tan contrastantes como las personas o mejor dicho, sus personajes, donde domina no razas, sino especies, contradicciones estéticas perceptibles en sus dibujos, donde encontramos rostros caricaturescos, perfecciones gestualmente políticas, poderosas, hasta religiosas de rostros totalmente contradictorios por algunas alas de ángel que puedan tener, gestos de sincera burla, acto que nunca veremos en nuestra realidad cuando estos personajes actúen públicamente mediante sus populistas máscaras.
Entonces la creación de una visión irónica de Lima tiene mucho que ver como producto de la provocación que ella emana, la saturación de cada eslabón que forma esta cadena enredada y que forma la capital es picantemente representada por José Carlos Vargas, una Lima que tiene como punto de ebullición desde sus poderes intangibles así como de la rudeza, historia y gracia de sus calles.

Felipe Mayuri Poma
Investigador de arte peruano contemporáneo.